viernes, 25 de octubre de 2019

4) Impresionante Meteora

Nadie llega a Meteora sin haber visto imágenes de estos peñascos coronados por monasterios. 


Pese a ello, es un lugar que impacta. Con todas las cautelas, sucede igual que en Angkor, por citar un ejemplo conocido del que esto escribe, aunque, por sus dimensiones y antigüedad, los enormes templos de la ciudad camboyana juegan en otra división.


Como puede imaginarse, este conjunto de elevados recintos religiosos es Patrimonio de la Humanidad. A ellos llegan a diario montones de autobuses con cientos de turistas ya que es uno de los lugares más visitados de Grecia, dicen que el segundo tras la Acrópolis ateniense. Vienen en su mayoría desde Atenas para retornar tras la visita, lo que supone una gran paliza ya que la capital está a 360 kilómetros. 
Panel que recrea la ubicación de  los monasterio des Meteora con respecto a los pueblos de Kastraki y Kalambaka
En caso de ir por su cuenta, los viajeros acostumbran a pasar una o dos noches en Kalambaka, ciudad de 20.000 habitantes a los pies de los montículos, o Kastraki, de solo 2.000, al otro lado de los peñascos. Esta última es la menos elegida y sin embargo desde allí se contemplan las mejores vistas.


El uso religioso de estos enormes macizos de piedra se inició en el siglo XI, cuando algunos eremitas decidieron instalarse en cuevas elevadas para dedicarse a la meditación. Tres siglos después empezó la construcción de los monasterios, con el objetivo de acoger comunidades religiosas a las que no perturbaran los invasores turcos o albaneses. La pregunta que surge en la mente del visitante es siempre la misma: ¿Cómo fue posible construir estos edificios a 600 metros de altura sobre estrechos peñascos?


Recreación de la configuración de Meteora  y sus monasterios
Grabados de época que se exhiben en alguno de los monasterios permiten imaginar el proceso, sin duda cualquier cosa menos sencillo. Rudimentarias poleas, escaleras de madera y esfuerzos tremendos permitieron erigir estos monasterios, de los que llegó a haber 24, aunque actualmente solo se mantienen 6 en funcionamiento. De estos, normalmente cierra uno cada día, aunque fueron dos la jornada en que nosotros estuvimos, el de Varlaam y el de San Nicolás, este último el más pequeño. El precio de entrada en cada uno es de 3 euros, siempre que se esté dispuesto a subir escaleras, pues, salvo uno, no hay otra vía de acceso. Una vez arriba, se comprueba que la vista es espectacular, pero también que los monasterios impresionan más desde abajo.


Los recintos tienen en su interior iglesias y capillas con paredes cubiertas con frescos del siglo XV e innumerables imágenes religiosas. También las dependencias en las que vivían y viven los monjes y monjas y algún museo.

Al fondo, el monasterio de Varlaam, que no pudimos visitar por estar cerrado ese día
El primer monasterio que visitamos fue el de Roussanou, uno de los dos femeninos que subsisten. Habíamos leído que las vistas desde arriba merecían especialmente la pena, y así fue. Previamente tuvimos que subir unos 250 escalones. Pero con el entrenamiento que traíamos desde la ascensión al Olimpo, no nos pareció gran cosa.
En lo alto del monasterio de Roussanou
Como curiosidad, en un momento dado en una de las plazoletas interiores coincidimos por casualidad solo españoles de distintos grupos.
                                         
Un detalle a tener en cuenta es el vestuario, que obliga a las mujeres a llevar faldas largas y a hombres y mujeres a tener los hombros cubiertos. En todos prestan unos mandilones como el que Fely se está colocando en la foto superior para poder entrar a Roussanou. Delante de ella, una de las monjas de este monasterio femenino.                                               

Monasterio Gran Meteoro o de la Transfiguración
De Rousanou nos encaminamos al Gran Meteoro, que junto con el de Varlaam son los dos únicos que nunca han estado abandonados. Es el más grande y el más importante, y su construcción se inició en la primera mitad del siglo XIV.  Acceder al monasterio implica descender desde el peñasco vecino e iniciar un pronunciado ascenso, todo por escaleras.

Carpintería en el interior del Gran Meteoro
El interior sorprende por sus dimensiones, por unas vistas espectaculares sobre Kastraki y sobre el monasterio de Varlaam y por la posibilidad de acceder a instalaciones de los monjes, caso de la carpintería o la antigua cocina, esta última con todos sus cachivaches, pero lóbrega, ahumada y obviamente primitiva. Así pudimos imaginar la vida monástica en un recinto tan limitado.

Gran Meteoro
El monasterio estaba atestado de gente, y nos preguntamos como será en los meses de verano, la temporada alta.
                                                     

En un amplio pasillo muestran imágenes de variadas publicaciones que afectan a Meteora y en general a la historia de Grecia, de las que logramos muy poca información pues el griego es el único idioma. En el caso de la imagen superior era fácilmente comprensible y seguramente alude a la destrucción de algunos monasterios por parte de los nazis ya que la guerrilla griega los estaba utilizando.
Ataviadas con nuestras faldas de pega en el Gran Meteoro
En el recorrido por los monasterios visitados casi siempre teníamos en el horizonte el de Varlaam, extremadamente fotogénico.

Varlaam
Recientemente, Meteora fue utilizada por HBO en la serie Juego de Tronos para recrear las tierras de The Eyrie (El nido de aguilas). Años antes, en 1981, una película de la serie de James Bond (For your eyes only) también tuvo por escenario Meteora.

Entrada al monasterio de San Esteban, el único sin escaleras
Llegar al monasterio de Agios Stefanou, el otro femenino, tiene menos mérito ya que un puentecito salva  el hueco que lo separa de otro peñasco. En otras palabras, que no es preciso subir escalones ni hacer esfuerzo alguno. 

Este monasterio es más sencillo y tiene menos cosas que ver. Lo principal, la vista casi aérea de Kalambaka.
Kalambaka desde el monasterio de San Esteban
Para el final reservamos el de la Santísima Trinidad, de los cuatro el que más cuesta alcanzar ya que obliga a un fuerte descenso y después a una subida igualmente empinada y durilla.

Subida a la Santísima Trinidad
Dentro, vimos una capilla, interesante, pero el resto es muy similar a los anteriores, incluyendo vistas espectaculares sobre el valle.

Este gancho y la red que cuelga concentra las miradas de los visitantes, ya que eran utilizados para obtener suministros, pero también para subir y bajar a los monjes, operación que tardaba un buen rato. 
Al fondo el monasterio de la Santísima Trinidad o Agia Triada

Visto desde otra peña, se observa como la Santísima Trinidad dispone de más espacio y posiblemente daba algún horizonte y posibilidades de movimiento a los monjes. Desde este punto pensamos en lo interesante que sería contemplar los monasterios desde el aire en un helicóptero, como se hace en el Gran Cañón o las Cataratas Reina Victoria. Sin duda, el ruido molestaría a los vecinos (y a los monjes), pero sería un atractivo turístico.
Con este monasterio habíamos visitado los cuatro abiertos ese día y decidimos descansar un rato en el hotel. Lo hicimos muy satisfechos, pero también un poco dolidos por la falta de información en un idioma que no sea griego, lo que limita comprender su historia. Afortunadamente, en el hotel nos habían prestado un librito en castellano que alivió esta carencia.
A media tarde nos acercamos a una peña bien situada para contemplar la puesta de sol como en un mirador, un momento que atrae a los turistas una vez visitados los monasterios.

Cae la tarde sobre Varlaam

Preparados para la llegada de la puesta de sol en Meteora



El proceso fue muy rápido y, tras desaparecer el sol, bajó bastante la temperatura y abandonamos los peñascos de Meteora. Antes obtuvimos esta impactante imagen del monasterio de San Nicolás cuando el sol se había puesto pero aún con claridad.
Atardecer sobre el monasterio de San Nicolás, también cerrado ese día.
La jornada concluyó con la cena en el restaurante Paramithi, que estuvo bien. El día anterior habíamos cenado en el restaurante Valia Calda, especializado en brochetas de carne. También debemos destacar el hotel en el que nos alojamos, el Dellas Boutique, en las afueras de Kalambaka en dirección a Kastraki, encantadoras habitaciones con terraza, vistas y buen desayuno, por 459 euros, dos noches los seis.


Y con la nota máxima puntuaríamos a la recepcionista del día que llegamos. Aparte de su buen castellano, nos dio una explicación muy completa, un mapa en el que situó todo lo necesario y los horarios, aclaró nuestras dudas y nos prestó tres libros en español, uno por pareja. Una auténtica oficina de turismo camuflada como trabajadora de hotel. Chapeau!


Señalar por último que la jornada de viaje entre Salónica y Meteora  (el día anterior) había transcurrida sin incidencias. Primero, el poco atractivo desayuno en el Hotel Plaza; después, recuperación del coche tras casi cuarenta horas aparcado en el puerto. Nos temíamos una clavada ya que no figuraba en el cartel ningún precio máximo por día y aplicando el de la hora salía la estancia en un pico. Al final fueron 27 euros, muy aceptable dado que estábamos en pleno centro de la ciudad.
En el camino a Meteora habíamos parado en Vergina, donde estuvo en tiempos Egas, la antigua capital de Macedonia, y se descubrió un palacio real. Pero allí estaba también un numeroso grupo de ruidosos estudiantes de secundaria y lo dejamos para otra ocasión.
Sí paseamos por Grevena, una pequeña ciudad, agradable y un punto provinciana, y donde de nuevo nos sorprendimos por la animación en las calles y en su plaza principal un día laborable. Esta localidad es conocida por las rebeliones que sus habitantes protagonizaron frente a los otomanos y más recientemente ante los invasores nazis. Ah, y por la abundancia de setas en la zona, por lo que la consideran capital oficial de los hongos de Grecia.
Iglesia de San Vissarions, en Kalambaka

Iglesia bizantina de la Asunción. 
También recorrimos Kalambaka, una ciudad volcada en atender al turista con restaurantes, tiendas y hoteles por doquier, pero muy agradable y con alguna iglesia antigua y muy interesante, como la de la Asunción.

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